lunes, 7 de marzo de 2011

Bajando Tazón con Maglene

La entrada a Caracas: símil de batallas en solitario

Bajando Tazón con Maglene

“Nuestros años de lucha nos han enseñado que, en materia inquilinaria, se cocinan muchos guisos y con bastante pimentón.”

Maglene Beatriz Sierraalta de Matos

Luis Alberto Matos


Pocos errores tan graves cometió la llamada “Cuarta República”, en cuanto a ingeniería, logística, vías y enlaces se refiere, como esa entrada a Caracas que conocemos como “Bajada de Tazón”.

Como varios saben, está escrito y demasiados se han negado a reconocer o recordar (en ambos lados de las ‘ene’ talanqueras) el “Dictador” Pérez Jiménez salió de Miraflores dejándonos inconclusa la Autopista Maracay-Caracas.

Planos y maquetas de entonces nos mostraron, a tirios, troyanos y aprendices, un par de túneles gemelos que -medio siglo- después ‘el otro Dictador’ construyó para atravesar las montañas con vías férreas y llegar más rápido a los Valles del Tuy.

Cambio sin solución

Cuando huyó el hombre de Michelena, las promesas tipo “plan de emergencia” y “democracia representativa” ignoraron (muy a propósito) todo lo inconcluso que heredaron. El nuevo gobernante, “elegido por el pueblo y para el pueblo”, calificó entonces de “obra suntuaria” a cualquier proyecto en marcha de la “oprobiosa dictadura” … y los túneles se archivaron.

En su lugar, la autopista de Maracay, convertida entonces en vulgar y peligrosa carretera, “para bajar costos en beneficio del pueblo”, concluyó entrando en el Valle de Caracas por esa cosa que conocemos como “Bajada de Tazón”.

Costosa e insegura

No es necesario ser ingeniero, economista, político ó periodista para saber que en las siguientes cuatro décadas, sólo en mantenimiento, Tazón se tragó bastante más dinero que lo que hubiera costado hacer los túneles.

El costo en vidas humanas, de aquél injerto de carretera de montañas y canal de parque de diversiones, no tiene precios.

Esa bajada es testimonio y muestra viva de un sistema decadente e inhumano que tiene cinco siglos -en este continente- metido en la historia, incrustado en la cartera y clavado en el hipotálamo de millones de seres humanos.

Tazón se convirtió en escenario de tragedias, excusa para elevar costos, charrateador de vehículos y sede de chistes crueles. Quienes tuvimos la suerte, oportunidad o desgracia, de subirla y bajarla diariamente durante años, podemos traducir, a su duro lenguaje, casi cualquier situación humana.

Trabajadora a tiempo integral

Maglene, Maestra de Ajedrez, inició el siglo XXI estudiando Gerencia en Condominios. La amplitud del plan de estudios, las características de la nueva carrera, el crecimiento poblacional del Valle de Caracas, el Socialismo en Miraflores y su propia condición de inquilina -durante toda su vida- la introdujo aceleradamente en las tramas del problema de escasez de viviendas en la capital venezolana.

Pronto estaba en todo. Reuniones en la Red Metropolitana de Inquilinos, vocera principal de la Asociación Civil de Inquilinos Bolivarianos de Venezuela, responsable de la mesa de vivienda y hábitat de un Consejo Comunal, columnista sobre el tema en un semanario socialista, especialista en esa materia en un programa de la Radio Nacional, invitada a programas de radio y televisión, y consejera de un gentío que le copa celulares, teléfonos y conexiones vía internet.

Las 24 horas, de cada día, le hubieran sido insuficientes para atenderlos a todos. Aún no entiendo como, pero se las arregla para responder desde llamadas urgentes por desalojos ilegales hasta conversadores de muy diversos horarios, desde saliendo el sol y antes de almuerzo hasta sobremesa y bien entrada la noche.

Una sóla vía: para todos y para todo

Sube hacia Caracas y su vehículo es escenario rodante de quejas, peticiones, lamentos, acusaciones, solicitudes, protestas, admiraciones y envidias, de altísimo valor por referirse a los espacios del mejor clima urbano del mundo: un valle fértil, a 800 metros sobre el nivel del mar y en el trópico, donde no necesitas clima artificial –salvo para jocharte ante vecinos- en ningun día o noche del año.

Pasó la entrada hacia Sartenejas y siguió recta y decidida a bajar Tazón. En ese par de kilómetros previos a la gran pendiente, el conductor suele escuchar todo tipo de advertencias, lamentos, aliento, retos y amenazas, incluyendo las que se dice a sí mismo. A Maglene le llegan por todas las vías orales y escritas.

“Sra. Maglene, ¿pa´que se vino por aquí?” pregunta el desanimador de siempre. “Yo no sé que irá a hacer ahora” susurra una a la otra como para que si la oigan. “¿Podría pararse un momentico?” grita uno que se enculilló y que de repente se baja y no sigue. “¡Así no vamos a llegá nunca!” responde un apurado. “¿Y quién me mandaría a mí a montarme en esta vaina?” dice la que no quería pero que sí quería. “Una mujer manejando en la Bajada de Tazón. ¡Dios nos coja confesados!” alerta un machista.

Maglene afloja la velocidad y pregunta si alguno prefiere conducir el vehículo de ahí en adelante, pero la respuesta, unánime en la audiencia, responde: “Nó Magle. Sigue tú” y todos sabemos que si baja bien: manejar es muy fácil, pero ¡ay de ella si se equivoca!.

Bajar es fácil, si vas de pasajero

Traduzcamos al lenguaje inquilinario: “Sra. Maglene, ¿pa’qué vá a ir a esa reunión?”. “Yo no sé que vá a inventar ahora”. “¿Es obligatorio ir?”. “Así no vamos a tener casa nunca”. “¿Y quién me mandaría a mí a meterme en ésto?”. “Una mujer dirigiendo este Comité”. “Nó Magle. Sigue tú”.

Y cuando bajen por la gran pendiente y lleguen abajo sanos y salvos, y cuando logre la aprobación del proyecto inquilinario, entonces será “un trabajo de todos”, “una labor de equipo”, “sin nosotros ella no logra nada”, “manejar estos autos de hoy es bastante fácil” y hasta “ella es apenas la choferesa”.

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