lunes, 8 de junio de 2009

Radicalización contra la especulación inmobiliaria

TEMAS Venezuela
Opinión
del 5 al 11 de Junio de 2009

Radicalización contra la especulación inmobiliaria

Maglene Sierraalta
El mayor desacierto del vigente Decreto Ley de Arrendamientos es el de adolecer y no considerar la necesaria protección social para los inquilinos. Es por esto que hemos insistido en que el Decreto Ley debe ser derogado para incluir el arrendamiento en un sistema estructurado de viviendas que garantice la tenencia de la misma a todas las familias venezolanas.
Razones de peso para esta solicitud: nosotros, necesitamos la vivienda que habitamos, requerimos protección gubernamental y legal ante la arremetida de ofertas de venta a precios triplicados sin haber sido tasados. Lamentablemente, impera el sistema capitalista rentista al cual debemos aniquilar antes que lo haga con nosotros.
Manifestamos solidaridad con los ciudadanos compradores de vivienda que fueron estafados al cobrarles el INPC. La Asamblea Nacional abrió una brecha de ayuda para ellos. Les orientó en la solución a su problema, introdujeron demandas en el Tribunal Supremo de Justicia y esperan sentencia.
Cuando se inicia un proyecto de construcción inmobiliaria, los constructores realizan un Análisis de Precios Unitario (APU); a través de éste conocen los costos primarios y finales de la obra. El APU define el costo origen de los inmuebles nuevos.
El cobro del INPC se ha convertido en un elemento distorsionador en las tasaciones de inmuebles es el padre legítimo del monstruo llamado: especulación inmobiliaria.
En los avalúos de los inmuebles viejos también se utiliza INPC; lo desleal es que se les olvida la renta neta percibida durante años y la depreciación del inmueble.
Los propietarios crearon la “distorsión del mercado” y la aprovechan al máximo; no muestran la más mínima sensibilidad social y humana, lo que defienden son sus ganancias. Estos inversionistas sí distorsionan la economía venezolana.
Entristece la prioridad en el ataque a la especulación en ventas de vehículos; me pregunto: ¿Quién defiende la violación a la que están sometidas las familias e individuos en situación de inquilinos en edificios viejos?
A los inquilinos se les ofertan apartamentos sobre los 390 mil bolívares fuertes, so pena y amenaza: ¡en 15 días serán 600 mil bolívares fuertes! ¿Dónde está el banco que dará el crédito para comprar apartamentos “chatarra” para satisfacer al propietario?
La protección social hacia el inquilino es necesaria. ¡Urge radicalizarla contra la especulación!

¡Todos a la calle!


TEMAS Venezuela
Opinión
del 29 de mayo al 4 de junio de 2009

¡Todos a la calle!

Maglene Sierraalta
¡Todos van a la calle! No quiero a esos inquilinos”. Esta fraseología, repetida mil veces, se escucha con frecuencia en esta lucha inquilinaria de parte de los propietarios. A los inquilinos, los dueños no nos quieren.
Ellos lo que desean es una renta gorda y especulativa.
No obstante, los inquilinos nacidos en esta tierra también saben responder: “¡Después de tantos años, viviendo en un mismo sitio, que lo vengan a atropellar a uno así!”, comentario de una vecina de la Parroquia San Juan ante una ejecución de desalojo. “Lo que más duele es estar uno en su Patria y tener que aguantar los atropellos de estos propietarios y administradores, en su gran mayoría europeos”.
Enfrentamos las consecuencias de la gran deuda social que el Estado tiene con los venezolanos, producto del gran déficit de viviendas. No tenemos donde ir. Deseamos abandonar los edificios chatarras y entregarlos a sus dueños, pero necesitamos garantía de viviendas.
Cuesta entender que a una familia inquilina, la cual religiosamente cancela su canon de arrendamiento, el propietario no le quiera renovar el contrato y sólo amenace por el simple placer de hacer valer su poderío de propietario y especular con el monto del canon de alquiler. El dueño no necesita la vivienda sino la renta; ¡el inquilino sí necesita la vivienda y paga la renta!
No tienen argumento legal para desalojar el inmueble e inician las amenazas personales. Llegan a utilizar “el machete”: ¡O te vas o ya sabes! No importa que el alquiler sea de ochocientos ó cuarenta bolívares fuertes. Lo importante para el dueño es su orgullo autoritario: ¡Se van! Esta es mi propiedad.
A estos propietarios se les olvida o desconocen los derechos irrenunciables del inquilino. Quien decida convertirse en inversionista inmobiliario, debe aceptar que el inquilino tiene derecho a la defensa ante los atropellos al igual que ellos tienen sus derechos ante el moroso.
Es necesario concientizarnos ante nuestros deberes y obligaciones, ante nuestros derechos. Estamos en un proceso evolutivo donde nuestro fin es la humanización de nuestra existencia.
Nuevamente es necesario citar a Rousseau: “Considerando las cosas humanamente, a falta de sanción natural, las leyes de la justicia son inútiles entre los hombres; sólo producen el bien del malvado y el mal del justo cuando éste las observa para con todos sin que nadie las observe con él.”